“Pero yo, por tu gran amor puedo entrar en tu casa;
puedo postrarme reverente hacia tu santo templo”. Salmo 5:7 NVI
Somos seres imperfectos cuya mayor imperfección es un
peligroso orgullo que nos confunde y nos hace pensar que en verdad somos seres
perfectos.
No nos gusta equivocarnos y cuando lo hacemos,
buscamos toda clase de excusas para justificar nuestra confusión.
Pensamos que somos dueños de la verdad y que nuestra
posición es la correcta simplemente porque así nos parece bien.
No nos conformamos con ser lo más importante de la
creación, queremos ser Dios mismo.
Y todavía muchos se preguntan qué porque necesitan ser
salvados.
La viga que tienen en su ojo les impide darse cuenta
de la tristeza de su condición.
Venturosamente, Dios ha provisto una salida para escapar
de esta terrible situación.
El gran amor de Dios se derrama copiosamente
sobre la humanidad entera para ofrecer la solución y la respuesta al gran
problema del ser humano.
La única manera de cambiar este lastimoso estado es
mediante la fuerza transformadora de la presencia de Jesucristo en tu vida.
Asegúrate de que ya Jesús está contigo y que te estás
dejando guiar por su experta mano hacia la transformación total de tu ser.
Amén.