“Angustiada
está mi alma; ¿hasta cuándo, Señor, hasta cuándo? Vuélvete, Señor, y sálvame la
vida; por tu gran amor, ¡ponme a salvo!”. Salmo 6:3, 4 NVI
Durante
una crisis de desesperanza nos imaginamos que Dios nos ha dado la espalda.
La
angustia nos abruma.
Pensamos
que él ya no quiere saber de nosotros y que hemos perdido su favor.
Nada
más alejado de la realidad.
Es
mera percepción desde nuestra pobre perspectiva del asunto.
Hemos
dejado que el enemigo llene nuestra mente de mentiras.
Nos
hemos olvidado de las promesas de Dios.
La
gran realidad es que Dios está a nuestro lado.
Su
gran amor está esperando el momento oportuno para actuar y librarnos de
cualquiera que sea la situación que estamos atravesando.
Él
está listo para salvar.
Sólo
espera tu clamor.
Pon
tu esperanza en él.
Amén.