“Proverbios de Salomón hijo de David, rey de Israel: para adquirir
sabiduría y disciplina; para discernir palabras de inteligencia; para recibir
la corrección que dan la prudencia, la rectitud, la justicia y la equidad; para
infundir sagacidad en los inexpertos, conocimiento y discreción en los jóvenes.
Escuche esto el sabio, y aumente su saber; reciba dirección el entendido, para
discernir el proverbio y la parábola, los dichos de los sabios y sus enigmas.
El temor del Señor es el principio del conocimiento; los necios desprecian la
sabiduría y la disciplina”. Proverbios 1:1-7 NVI
Dime, mi querido hermano, si en esta extensa nómina de condiciones que se dan al comienzo del proverbio, no está resumida casi la vida entera.
Y fíjate, presta debida atención, a las conclusiones que Salomón extrae en el final del detalle.
Dice que el principio del conocimiento es el temor al Señor.
Es obvio que no habla de “inicio”, sino de principio como patrón, modelo, prototipo de pensamiento.
Es mucho más obvio que no habla de conocimiento intelectual, sino de intimidad con el Señor.
Y para que eso sea posible, el principal elemento es el temor a Dios.
Porque, bien lo sabemos aunque a veces con nuestras propias enseñanzas confundimos, que no hay multitud de pecados en la gente, hay uno por excelencia que posibilita los demás… la incredulidad.
Amén.
0 comments:
Publicar un comentario